En la madrugada del 16 de octubre pasado falleció el destacado etnohistoriador John Victor Murra, en su casa de Ithaca, New York. ÉL había nacido en Odessa, Ucrania, el 24 de agosto de 1916, y ya había cumplido los 90 años de edad. Los estudios etnológicos, así como la etnohistoria y la antropología andina han perdido a uno de sus más destacados mentores. Fundador de la concepción contemporánea de la sociedad andinas y del "hombre andino", Murra nos ha dejado un legado de décadas de estudios de gran sesibilidad por la realidad histórica, cultural y humana del pasado de esta porción de Latinoamérica. De modo indiscutible, su obra es y será la referencia y punto de partida para el estudio de las sociedades andinas. De muy joven abrazó los ideales de izquierda, lo que le costó la represión, la cárcel y la expulsión del colegio, y más tarde llevado por los mismos ideales se embarca a pelear en el Ejército Repúblicano durante la Guerra Civil Española. Salva su vida escapando a los Estados Unidos, donde encuentra un alero para el desarrollo de los estudios etnológicos. Se desempeñó como profesor en las universidades de Chicago, Yale y Cornell, entre otras, alcanzando distinciones académicas como profesor emérito. Centrando su interés en los andes centromeridionales, formuló su obra clásica: The Economic Organization of the Inca State (1956), Formaciones económicas y políticas del mundo andino ( FCE, 1975), a la que le sigue una interminable lista de artículos de investigación y libros especializados. Su perspectiva histórica, económica y cultural marcó una época, sino el nacimiento de la propia etnohistoria, por lo que deja una huella indeleble en la construcción del pasado prehispánico amerindio. Cualquier palabra o remenbranza es pequeña ante la altura de la figura humana y la obra intelectual de John V. Murra.
Introducción
El punto de partida para estudiar los sistemas andinos de ecología complementaria se basa sólo en un axioma. Por razones geográficas el pueblo andinos debe alcanzar los niveles de consumo establecidos por su cultura a través de la articulación de las zonas de producción complementaria, de acuerdo a las variadas altitudes y distancias.
Formulando el concepto de “Archipiélago Vertical” en 1972, John Murra puso atención en la preferencia Andina, teniendo en cuanta la satisfacción del imperativo complementario, específicamente, una preferencia por el acceso directo a múltiples zonas y una salida de los sistemas restantes en el acceso directo, vía especialización e intercambio externo.
Durante las siguientes décadas muchos historiadores étnicos, arqueólogos y etnologistas, trabajaron en una búsqueda de casos adicionales, en la cual han tenido que cambiar la evidencia de la distribución de los sistemas “verticales” sobre el espacio y el tiempo y también las instituciones sociales que manejan diversidad ecológica. La cosecha fue impresionante y permitió avances importantes.
En primer lugar, el esfuerzo evidenció mecanismos de complementación ecológica antes insospechados, éstos fueron descubiertos en varias partes de los Andes. Fue posible hacer un contraste entre el “archipiélago” con otras respuestas al imperativo ecológico. La comparación entre estas alternativas promete ser una clave importante para la interpretación de las diferencias en la órbita andina. Cómo paso a la interpretación de dichos eventos, las siguientes páginas ofrecen una tipología funcional de los diversos mecanismos de complementación. Estos son tratados con una referencia especial a los temas de la presente reunión bajo el título de “Complementariedad Múltiple” (Multifarious Complemenarity)
En segundo lugar, estudios posteriores han comenzado a estudiar el pensamiento complementario con una condición diacrónica. La perspectiva arqueológica sugiere una eventual transición lejana al focus, sobre estructuras productivas vistas como sistemas estables y hacia un centro, sobre su rol en la evolución histórica de los pueblos andinos. A pesar del incipiente estado de este trabajo – o quizás justo por esta razón – parece oportuno buscar en los datos recientes, el factor dinámico que tiene condicionado la trayectoria histórica de las sociedades andinas. Estos aspectos serán subrayados bajo el título de “Complementariedad en Cambio” (Changing Complementarity)
Finalmente, se recuerdan las preguntas persistentes, las que no han sido tratadas en esta reunión o en otras recientes contribuciones y que estas implicaciones afectan el futuro de los estudios complementarios. Estas preguntas, ambas teóricas y empíricas serán discutidas bajo el título de “Reexaminando la Complementariedad” (Reexamining Complementarity)
En principio, los arreglos que sirven para pasar bienes de una unidad social a otra, son numerosos. Colin Renfrew, en el diagrama con Shimada ha reproducido en la página 382 de este volumen (Renfrew 1975: 41-43) los clasifica en diez tipos básicos: “acceso directo”, “reprocidad base de casa”, “reprocidad límite”, “intercambio debajo de la línea”, “redistribución de lugar central”, “intercambio del lugar central del mercado”, “comercio independiente o de intermediarios”, “comercio de emisarios”, “cenclave colonial de obtención”, y “funcionamiento de puerto o escala de intercambio”
Cuando uno considera la posibilidad de que el intercambio entre un par de unidades dadas, podría llevarse a cabo a través de varias combinaciones y permutaciones de estos tipos, es obvio que el número de arreglos instituidos puede llegar a ser muy numeroso.
Pero en la práctica la variedad de los sistemas de intercambio que conectan las zonas complementarias andinas no es infinita. Estudios de la última década, incluidos los presentados aquí, han mostrado la existencia pasada o presente de muchos modos de articulación interzonal, algunos similares al “archipiélago” de Murra y otros diferentes.
Pero, tomándolos en cuanta a todos, no ilustran todas las posibles permutaciones de los modos de Renfrew. En cambio, ellos estarían dentro de unos pocos patrones o de relaciones institucionalizadas que se repiten a ellos mismos en diversas partes y periodos del panorama andino.
Figura 23.1 Ofrece una comparación sistemática de las instituciones que articulan la complementariedad andina, como se describe en el reciente trabajo. Ellos son comparados de a cuerdo a las normas siguientes.
1. Cada término adentro de las cajas refiere a un patrón de conducta que sirve a una colectividad para conseguir acceso a las variadas zonas productivas o a sus productos. Estos son denominados “mecanismos” de complementariedad.
2. El diagrama fue puesto junto por inducción, comparando casos documentados y no por deducción cómo el esquema de Renfrew. En consecuencia, éste no contiene casos hipotéticos ni pretende escapar a la dimensión lógica del problema.
3. Los mecanismos de articulación son llamados de acuerdo a la terminología en la literatura correspondiente, en preferencia de la terminología “etno” o la lexicología local donde es mencionado. Y donde no es mencionado, se recurre a los términos que aparecen frecuentemente en las descripciones, tales como los coloniales o los hispánicos modernos.
4. La línea horizontal del diagrama representa la mayor o menor grado de control centralizado o una dirección de estado implícita en el mecanismo documentado. La columna izquierda muetra un listado de mecanismos institucionalizados que contienen intercambios “recíprocos” descentralizados, sin la intervención de una autoridad política como condición de intercambio. La columna derecha enumera mecanismos que requieren la centralización o la dirección central de intercambio, vía redistribución, o supervisión de mercados, etc.
5. El eje vertical del diagrama expresa el mayor o menor número de contactos exteriores que un grupo debe contraer para practicar dicho mecanismo. Por el “número de contactos externos” se supone el número de colectivos puestos en contacto y no el número de instancias de contacto. El propósito es expresar en términos de contacto social el contraste “autonomía/heteronomía” y sugerir propiedades informativas-orientadoras del mecanismo.
6. El diagrama sólo refleja relaciones descritas como estables y legales, contraidas (más o menos) por acuerdo entre partes. Esto no significa negar la importancia del acceso a través de robos o guerra. Estos fenómenos están agrupados bajo el encabezado de “Complementariedad en cambio”.
7. Las formas rúbricas señalan el tipo de intercambio (en la clasificación de Renfrew) más probablemente implícito en los mecanismos que cada caja contiene. Este punto es doble, ya que contiene por una parte ayudar a arqueólogos en la búsqueda de patrones de distribución que podrían estar identificados con dichos mecanismos. Y segundo, para destacar la posibilidad de que los mecanismos usados en instancias concretas no corresponden a tipos abstractos, sino que más bien a artefactos complejos que responden a múltiples demandas culturales y ambientales.
Los siguientes párrafos bosquejan el sistema articulatorio contenidos en las ocho cajas y ofrecen ejemplos.
1. Mecanismos que alcanzan acceso directo a recursos múltiples sin el control central desde una clase muy distribuida e internamente diversa. Sin embargo ellos pueden ser definidos, por el hecho que, en principio, cada unidad productiva (usualmente la unidad doméstica) tiene el derecho de usar recursos en múltiples zonas y deshacerse de sus productos sin la mediación de las autoridades distribuidoras. La variación en esta clase es altamente atribuida a la diferencia en las normas de residencia. El pueblo andino prehistóricos del Norte “microverticalidad” (Oberem 1976) presupone una sola residencia, pero en el sistema moderno de “archipiélago condensado” (Brush 1977; Vallée 1972, Webster 1971; Fonseca y Meyer 1978) cada uno encuentra que cada unidad doméstica tiene varios dewellings. El mismo rasgo aparece en el sistema de “doble domicilio”, descrito aquí por Harris. Incluso la trashumancia y el modelo de sistema “giratorio” (Nuñez ande Dillehay 1979) deben pertenecer en esta caja, con respecto a como ellos actúan para enriquecer la diversidad ecológica. Tales prácticas son relevantes no sólo como los precursores posibles del archipiélago (Mujika, Onuki, and Schaedel, en este volumen), pero también como parte de este sistema sucesor moderno. Al menos, éste, parece ser su rol en el caso del qochayuyeros o en los recolectores de cochayuyo descrito por Masuda (en este volumen).
2. Mecanismos que alcanzan acceso directo a múltiples recursos a través del control central, incluido el “archipiélago vertical”, descrito por Murra en 1972. Después Rostworowski los contrastó a un modelo de “horizontalidad”, una especie de control político de muchos valles costeros, o de sus partes por los encargados de las políticas, entre los cuales se encuentran sus especialistas: pescadores, campesinos regadores, artesanos y comerciantes (Rostworoski 1977; Netherly 1977; Shimada 1982). Para los presentes propósitos la distribución espacial de los recursos es menos importante que sus modos de control. En ambos casos se llega a la esencia de un estado, el cual su poder depende de su capacidad de ampliar la gama de los recursos controlados y el canal de distribución de los productos. Es, justamente, a través del lazo que existe entre los políticos que, en Los Andes, el acceso directo alcanza un inusual gran desarrollo.
3. Mecanismos que alcanzan acceso a múltiples recursos a través de las relaciones dyadic entre colectividades implica menos control directo. Cuando este tipo de articulación toma lugar en la ausencia de administradores centralizados, o incluso cuando existen autoridades al nivel kuraka, éstas, de cualquier forma, carecen de control sobre la variedad completa de los intercambios interzonales. Tales sistemas actúan, mayormente, a través de actos de reciprocidad entre unidades productivas pertenecientes a los polos respectivos del dyad. El fenómeno de las sociedades constituidas por un sector hari (agricultores asociados en ideología con lo primordial, lo terrenal y lo pacífico) opuesto al sector llacuaz (pastores, asociados en ideología con la innovación, lo celestial y la guerra), demuestra dyadism con claridad. (Duviols 1973). Tomoeda y Fujii llaman la atención con una interesante faceta de la relación entre granjeros modernos y pastores: a pesar de su permanente interdependencia, ellos prefieren no expresar interdependencia a través de la alianza matrimonial. Aparece como un pensamiento, el hecho de que ellos sientan la necesidad de reforzar, continuamente, la oposición entre partes, con el objetivo de evitar, eventualmente, un daño al funcionamiento de la especialización. Nuevos datos ofrecidos por María Rostworowski sugieren que la organización complementaria a través de la hermanación (Torero 1974:107) o el apareamiento del rebaño, y las colectividades granjeras, al contrario de lo que se ha sospechado, fueron, ampliamente, distribuidas a través del espacio y del tiempo andino.
4. Mecanismos que alcanzan el acceso a múltiples recursos a través de la regularización centralizada de una relación dyadic implica, como hace el fenómeno huari-llacuaz, la constitución de un todo multi-ecológico, por la interacción de dos grupos y no por la diversificación de uno. Nuevos datos traen a la mente la “simbiosis” descrita por Condarco (1970-1971). El caso de la Cajamarca-Sicán, presentado por Shimada (en este volumen, 1982) trae grandes interrogantes para los estudios futuros, por ejemplo, los arreglos diplomáticos y las relaciones dinásticas entre algunos grupos los cuales sus suministros y su soberanía han sido mutuamente ultrajada.
5. Mecanismos que alcanzan acceso directo a multiples recursos a través de multiples alianzas con grupos productivos son como mecanismos de acceso directo, notoriamente diversos. En el trato con variantes no centralizadas uno puede reconocer como un arreglo común el establecimiento de numerosos lazos de intercambio recíproco, ceremoniosamente elaborado entre cada unidad productiva y su contraparte en otras zonas productivas. La diversidad aparece, mayoritariamente, con una mirada hacia los tipos de actividad que transfieren los bienes entre unidades. En los sistemas que dependen de los productores en sí mismos para llevar los bienes, es generalmente el colectivo de la puna, el que organiza las caravanas. Ellos dependen de sus conocidos en cada una de las zonas productivas para transportar el intercambio necesario. Sistemas de este tipo han sido acuciosamente documentados en la parte sur de Los Andes (Tomoeda y Yamamoto, en este volumen, Flores 1977; Crusted 1974, Casaverde 1977). En otros casos el transporte no es el trabajo propio de los productores, pero forma parte de un especialista, el cual se dedica a cultivar “conocidos” en variadas zonas productivas y a trabajar como un mediador independiente. Los traficantes wasaq´epi descritos por Flores muestran alguna de estas características.
6. Mecanismos que alcanzan acceso a múltiples recursos a través de múltiples alianzas, también ocurren con autoridad centralizada. Estas instancias de “comercio administrado”, generalmente implican la presencia de un grupo corporativo específico que asumen comercio de distancias largas bajo el subsidio y la protección de una persona con un grado político. Estos grupos dan a cambio de la protección el acceso a privilegios exóticos y a bienes de prestigio, por lo tanto, estos lujos actúan como “recompensas” en políticas distributivas. En el Ecuador prehispánico este tipo de comerciante era llamado mindalaes (Salomon 1980: 164) Su rol es similar al de los “mercaderes de la India”, los cuales han sido estudiados por Rostworowski para Chinca y la costa norte del Perú (1977; Ramirez-Horton 1982; Pease y Shimada, en este volumen). El especialista, en algunos casos, vive afuera de sus comunidades en enclaves reservados. Aunque no se sabe mucho sobre ellos, algunos de los avances o los pasos de avanzada en las fronteras en el imperio Inca, habrían cumplido una función relativa.
7. Mecanismos que alcanzan múltiples recursos a través de un trueque abierto: son aquellos que permiten un intercambio sin el permiso o la consideración previa de un bono social o ceremonial. Hoy en día el trueque abierto o las ofertas de dinero sin centralización corresponden a la técnica usada por muchos artesanos, confeccionistas e intermediarios, tal como los comerciantes textiles del mercado de Otavalos, los cuales recorren largas distancias desde su base en el norte de Ecuador. Los Chamanes y los curanderos tradicionales, desde Norte a Sur de Los Andes también disfrutan la ocasión de intercambiar bienes y servicios en casas de familias, más allá de su red de “conocidos”.
8. Mecanismos que alcanzan el acceso a múltiples recursos a través del trueque abierto: se presentan con un carácter centralizado cuando el acto del intercambio se da en un lugar específico para este propósito, con la supervisión de la autoridad política o del intercambio y los patrocinadores de dicho lugar. En el caso de que existiera sólo una autoridad política, se daría lo que los primeros españoles denominaron con la palabra del Nahualt: “tianguez”, que significa “mercado nativo”. Se observa con claridad la presencia de tiangueces en los documentos de Quito. (Hartman 1971) El sistema moderno de “archipiélago extendido” (Brush 1977: 13-66; Gade 1975) muestra algunas semejanzas con este mecanismo. Entonces, también el mercado es manejado por señores coloniales nativos. Su práctica sirve, en parte para restablecer los lazos interzonales dañados por la intervención colonialista. En el caso de un mercado central que no pertenezca a ninguna autoridad especifica, pero que funcione bajo varias autoridad comerciantes, un modelo tal como el puerto de comercio (o cambio) servirá de igual manera. En 1569, un explorador español reportó la existencia de uno de estos puertos en Ciscala, probablemente, en lo que hoy es la provincia de Esmeralda, Ecuador. (Carranza, [1569] 1965:89). La contribución de Mujica sugiere que Tiwanku pudo haber sido parte de un “centro multi-étnico”, quizás, clasificable, como “puerto de comercio (o cambio)”.
El mecanismo o la articulación horizontal presentada en esta tipología ha sido recogido de diversas sociedades andinas, pertenecientes a distintos períodos y regiones. Es improbable que la gama total sólo existiera en una sola sociedad, en un marco general como éste, existen varias alternativas de funcionamiento. Por lo tanto, es igualmente de inverosímil que alguna de estas sociedades andinas se auto excluyera del resto de las comunidades. Todo lo que hemos aprendido en las últimas décadas, refuerza la sospecha que las sociedades andinas, desde un punto de vista sincrónico y mezcladas entre sí, combinan un flexible, versátil e, incluso tal vez, un redundante sistema de complementación, capaz de garantizar el acceso a los recursos múltiples, incluso durante disturbios. Tal combinación de mecanismos es aquí llamada “aparatos de complementación”. Visto diacrónicamente, es probable que las sociedades andinas, constantemente, hayan cambiado sus respectivos mecanismos.
Tomando como punto de partida las zonas productivas, pero no en sí mismas, sino que más bien concentrándose en los lazos que las conectan, podríamos esbozar, en el marco de la investigación, tres grandes preguntas.
Primero: ¿Qué factores explican la elección de cada combinación de mecanismos por las colectividades? En este aspecto las investigaciones han avanzado bastante, sumado a la literatura que las preceden, se puede decir que se trata de “constelaciones macro-regionales, grandes patrones de conducta complementaria, que parecen haber tipificado ciertas áreas de la órbita andina en ciertos periodos de tiempo.
Por ejemplo, el sur del Perú muestra con claridad, una clase de sistemas que dependen, centralmente, de un acceso directo controlado. Los papeles de Julian, sobre la explotación de guano y los trabajos de Hidalgo destacan lo perdurable de esta tendencia, incluso, bajo las severas condiciones colonialistas. ¿A qué factores debiéramos atribuirle esto? En un transect ecológico este-oeste de la región podemos ver el contraste que se produce en el inmenso altiplánico Titicaca, el cual nutre un gran número de camelidos y una vasta población de pastores y una escasa parte del desierto poblado de la costa sur. En la zona del Amazonas el bosque presenta una gran facilidad para el desarrollo de la horticultura pero, al mismo tiempo, existe una gama muy extensa de sectores inundados los cuales limitan con la práctica de los cultivos. La concentración de la población, en las zonas geográficamente altas, ha entregado un potencial a todos los grupos asentados en aquellas lugares, interesados en alargar su alcance “vertical”. Si el desarrollo del archipiélago, realmente, estuviera limitado a las áreas donde una densa población de las tierras altas bordeara a grupos más pequeños, en lugares con menos altitud, entonces sería posible retrodict algunas áreas propuestas para demostrar las bases del desarrollo del “archipiélago” en las zonas de mayor altitud y también someter a otras regiones de “archipiélagos” conocidos a la apropiación del test de la correlación.
Las contribuciones de Shimada, Schaedel, Rostworwski, y Ramírez nos entregan una hipótesis sobre las organizaciones complementarias en la costa norte del Perú. La exacta formulación de este tema la tienen los especialistas de esta región, pero se cree que lo que predomina son las formaciones dyadic y las multialianzas. Los dyads interactivos y centralizados tales como los Sicán tienen antecedentes o fragmentos sucesores en la formación de los sistemas huari-llacuaz no centralizados. Los sistemas Dyadic podrían ser comprensibles considerando un balance relativo entre el número de la población y las altitudes en las costas del río oases. Las pruebas deben ser encontradas en los casos en que las unidades de escalas de políticas similares y de características demográficas bien fundadas, se enfrenten entre ellas, potencialmente, desde las bases de los recursos complementarios.
¿Qué pasa con las otras regiones andinas? En el norte de Ecuador la etnohistoria está comenzando a mostrar un escenario distinto. Predominan los sistemas de múltiples alianzas y los sistemas de trueque abierto. En la montaña y en los lugares adyacentes preincaicos, las políticas parecen haber alcanzado un grado modesto de centralización basado, igualmente, en una población modesta. Muchos de los dominios, probablemente existieron en mayor número en la costa que en las montañas, de todos modos, no alcanzaron una escala imperial. En estas circunstancias los amos de los dominios montañeses, aparentemente, encontraron una manera de ejercer un control directo sobre aquellos recursos distantes. La búsqueda avanzada de otros modos de intercambio de bienes, desde un territorio no controlado, principalmente, a través de sistemas de intercambio más o menos centralizados y especialmente a través de “comercio administrado” nos recuerda a la Mesoamérica Azteca.
Segundo: ¿cuales son los factores que explican el mayor o el menor grado de sistemas de intercambio centralizado, encontrados en los mecanismos dados? ¿Bajo cuales circunstancias crece o desciende la importancia del control central? En el fondo, se puede formular una hipótesis sobre la formación y la disolución de los estados y los imperios andinos en cuanto a las propiedades funcionales de dicho sistema? (Lorandi 1980)
Aquí, con los datos a la vista, encontramos problemas difícilmente manejables. Sin embargo, es posible esbozar un amplio panorama: Por una parte, debiera ser factible, aclarar los factores envueltos en la centralización o en la descentralización a lo largo de una línea horizontal. fig. 23.1 (esto es por cualquier tipo de mecanismo). Charles Hasting, en un informe reciente, expuso un ejemplo preguntándose por tales razonamientos: ¿Porqué algunos sistemas de acceso directo han generado estados y otros no? La respuesta fue Junin en el periodo Intermedio Último. Hasting plantea que los sistemas de acceso directo descentralizado no generan estados en sí mismos, excepto cuando éstos satisfacen una de éstas dos condiciones:
1. Los límites de cada uno de los grupos culturales que hacen estrechas las series verticales con menos diversidad ecológica.
2. El alto y rápido crecimiento de la concentración de la población con localidades productivas excepcionales.
El caso negativo de Hasting debe ser ubicado en referencia a las investigaciones de Mújica o Onuki, en las cuales se vislumbran un crecimiento en la complejidad de la sociedad.
Por otra parte, necesitamos ideas sistemáticas sobre la relación entre complementariedad e Imperio Inca. Si imaginamos Tawantinsuyo como la expresión política de un sistema de intercambio interzonal, manejado por una elite expansiva, como Golte, entre otros, sería necesario pensar también en el rol que cumplen las instituciones, las cuales permitieron a los incas coordinar un gran número de sistemas regionales divergentes. Supuestamente, no todos los mecanismos de complementación son igual de compatibles con otros. Craig Morris dice que las instituciones incas reflejaron, principalmente, la necesidad de coordinar y no de transformar las economías subjetivas “…No había una real intención en la hegemonía cultural, política o económica. A lo que, realmente, se aspiraba era a un orden de cientos de partes”. En el manejo de la heterogeneidad institucional reside una importante función para el imperialismo andino. La evidencia por la vital continuidad del sistema complementario no incaico, pero bajo reglas incas es, incluso, más claro. Pero esta evidencia choca con un dato, igualmente, convincente, el cual está relacionado con la manipulación inca y la modificación gradual de sus normas cada vez más alejadas de las normas propias de los incas (Salomon 1978) “En el ordenamiento de las diversas formaciones, los incas formularon algunas reglas, estableciendo ¿cuales eran aquellas características que serían dejadas intactas y cuales serían modificadas? o ¿Encarando una aglomeración, puramente, ad hoc, creadas sin reglas, definiendo lo complementario entre complementariedades?
Tercero: ¿Qué factores explican el mayor o el menor grado de autonomía demandada por varios aparatos? Kimura dice que los sistemas de acceso directo, estén centalizados o no, tratan de eliminar las dependencias externas, mientras que los sistemas de alianzas múltiples y los sistemas de intercambio multiplican las dependencias, mientras disminuyen la importancia de cada uno de los lazos. ¿Qué es lo que cuenta en él para el contraste representado en el eje vertical de la figura 23.1? Un aspecto de esta pregunta ha sido formulado con un tema que no ha sido incluido en esta sesión: la ontogenesis de formaciones de “archipiélago vertical”.
A primera vista, la preferencia del acceso directo en muchas colectividades parece anómalo, considerando sus altas desventajas. Craig Morris, destaca las propiedades conflictivas inherentes de un sistema al cual se le hace imposible consolidar territorios contiguos; cada sistema de parcelas isoladas, largos perímetros, y rutas de acceso deben ser defendidos. El alto costo del archipiélago (transporte, comunicación, almacén) ha sido también incluido. Si algunas personas rechazan la interdependencia y aceptan estos costos es porque ellos perciben un equilibrio en los beneficios. Varios autores han tratado de definir esta ventaja, aunque las ideas propuestas son muy complejas para ser tratadas en profundidad acá, observaremos algunas hipótesis. Golte (1981) y Camino (1982) piensan que la importancia de la diversidad productiva radica en maximizar el valor de la disponibilidad del trabajador-hora, por otro lado, Guillet (1981) menciona el incremento de la seguridad obtenida por la distribución de riesgos entre varios nichos. Dillehay (1979) sugiere la explotación de islas multiétnicas compartidas que ofrecen seguridad cuando se dan conflictos armados. Orlove (1977) sostiene que las zonas productivas forman un todo sinergético (synergistic), en la medida en que los productos puedan en sí mismos ser aplicados al crecimiento de la productividad de otros. Muchos autores han comentado la discrepancia entre las zonas geográficas altas y las bajas, con respecto a un existente potencial que se intensifica en cada uno de las dos, el cual estaría dado por el supuesto hecho de que la gente de los lugares con mayor altitud intentaran apropiarse de los valles bajos. (lower-lying valleys)
Incluso, tomando en cuenta estos argumentos, aún falta mucho camino que recorrer para entender el problema. Aún aceptando los argumentos de Orlowe, Guillet o cualquiera combinación de ellos, debemos también considerar la obligación de explicar porqué existen casos de pueblos andinos que no optan por la autosuficiencia (o el autosustento).
Necesitamos explicaciones más ad hoc sobre la utilidad de los “archipiélagos” pero, al mismo tiempo, necesitamos ideas generales sobre el acceso directo y sus alternativas, las cuales actúan en la diversidad ecológica, demográfica y geográfica, entre las cuales el pueblo andino ha desarrollado sus estrategias.
Cambiando lo complementario (Changing Complementarity)
Lentamente nos estamos acercando a un entendimiento diacrónico de lo complementario. Si ampliamos nuestra vista, podemos examinar diversas alternativas y además basándonos en las investigaciones arqueológicas podemos ir captando que lo “complementario” no debemos entenderlo sólo como una esencia permanente de las sociedades andinas, sino que verlo, además, como un proyecto continuo, que se va renovando a través de procesos de ajustamiento, movilización, innovación y conflicto. *Sistemas, anteriormente imaginados, en el plano de la sincronía, tales como adaptaciones continuas, comienzan a aparecer como fases o emergentes dentro de una larga transición histórica.
Mujica, por ejemplo, sostiene que en la prehistoria, los grupos asentados en la cuenca del lago Titicaca, fueron testigos de las repetidas metamorfosis de instituciones complementarias. Él afirma que estos cambios no resultan de las alteraciones en el entorno natural ni de las innovaciones tecnológicas, pero si, es altamente probable, que surjan de cambios en el perfil político y demográfico de la región.
La idea nos lleva un paso más lejos de lo que pensó Carl Troll; lo complementario no aparece sólo como una respuesta al asentamiento natural, pero este asentamiento natural entendido como habitado y transformado por la cultura. El orden multizonal se vuelve un producto histórico y como tal, susceptible al análisis de relaciones intergrupales y también en términos de postulados culturales, generado por grupos en el curso de su esfuerzo por la persistencia.
Tomando en cuenta este panorama, podemos ver que la relación que existe entre las tierras altas y el amazonas se vuelve un mundo de intercambio. Onuki destaca el rol de los moradores del bosque (insuficientemente explorado) en cuanto a las adaptaciones multizonales. ¿Qué factores influenciaron la organización a través de la larga puna-suni-quechua-yunga transect? “Razones culturales” –ésta es la importancia simbólica y crucial de los productos de la jungla-impelled a los amos de las tierras altas a buscar el acceso directo o los lazos de intercambio, pero la lógica bilateral de la relación que, presumiblemente, determinó el evento, hace mención a la forma en que solucionaron la situación.
El paisaje del norte, es igualmente una escena de sucesivas transformaciones. Rostworowski detectó en el Late Horizon, geografía humana, los trazos de dos lazos demográficos previos: una expansión yunka en las alturas, dejando atrás, indistintamente, sectores sociales, y los movimientos hacia el norte en la parte de los pastores llacuaz, enclavados en el pueblo del Cajamarcan. ¿Puede el pueblo Cajamarcan, al estar involucrado con el Sican, ser considerado como uno de los componentes “monoétnicos” de un gran dyad? Sólo en un plano de la sincronía y sólo en un sentido especial. Desde un punto de vista diacrónico, es posible que las comunidades fueran conceptualizadas como asociaciones temporales de unidades, que presentan resultados de procesos y movimientos que se adaptan, los cuales transcienden a un esquema organizacional de un momento dado.
Pensando este tipo de problemas, evitamos ver la sociedad como un set de partes mecánicamente equilibrada, en cambio, la vemos como un conjunto de fuerzas que genera innovación a través de una tensión interna y externa.
Si queremos avanzar hacia los modelos dinámicos y ser capaces de explicar no sólo el funcionamiento, si no que además la transformación de los aparatos complementarios, será necesario aislar ejes de conflicto y abrirse a la innovación, la cual es característica de la organización complementaria. Los puntos siguientes son una muestra de una gama para simular estas hipótesis.
Los efectos de escala como tales.
Aparentemente, muchos sistemas andinos tendien a la expansión. Murra ha expresado desde 1956 la sospecha de la expansión hacia zonas de recursos distantes, en y desde sí mismos han distorsionado o desintegrado los efectos en las bases originales de la institución. Un aspecto importante en la investigación de Morris es el gran esfuerzo que se hace para expandir un control multi-ecológico como una fuerza destructiva de sistemas de acceso directo descentralizados. Algunos estudiantes han llevado al límite los requerimientos administrativos de las ecologías y economías diversificadas, como un posible factor causal en el emerger de una autoridad centralizada.
El manejo de los sistemas de acceso directo, el cual propone la autarquía económica, podría traer consigo mismo una consecuencia paradójica: nuevos compromisos colectivos a la interdependencia e incluso a la heteronomía. En el mismo ejemplo estudiado por Enrique Mayer, la comunidad que tiene la intención de mejorar su control sobre un recurso dado, se encuentra a sí misma a dependiendo de la ayuda de lo no miembros. (non members). Luego, éstos se convierten es participantes principales de un sistema que deja de ser “monoétnico” “Es difícil imaginar como un gran sistema de recursos múliples pudo haber sido levantado en el período prehispánico, sin incurrir en paradojas similares, no sólo porque la labor necesita fundamentos en el balance, sino que también porque sin la posibilidad de participación “de afuera” el proyecto se vuelve indefendible. Por tales razones, es posible, que incluso el “archipiélago” más claramente definido, supusiera (a menos que los afuerinos hubieran usado tierras inhabitadas) lazos de alguna especie con múltiples aliados o compañeros.
En las bases de la etnohistoria los informantes sitúan, sucesivamente, la organización formal de sus comunidades como si estuviera definida por propósitos administrativos en un momento dado. Pero la organización formal de una comunidad –incluso en lugares fuertemente regulados por imperios- no es el mero cuadro organizativo del orden político contemporáneo. Casi siempre las unidades nombradas en esquemas administrativos nativos también han formado parte de sistemas previos. Los planes de los incas fueron, usualmente, reorganizaciones lúcidas de unidades extendidas e incluso la dura intervención española, generó más a menudo unidades nativas remodeladas que liquidadas. Al menos, la organización formal de un momento histórico dado, usualmente, contiene en sí misma la imagen del orden anterior, en forma de terminología, de relaciones ritualizadas, etc. Esto puede verse en el estudio de Cajamarca de Rostoworowsky.
Más interesante aún es la posibilidad de dichas formaciones, incluso cuando se han traslapado por organizaciones posteriores, continuando el ejercicio de una influencia implícita en sus propios derechos. Cuando el esquema de la organización oficial sufre una interrupción , los estratos antiguos y sumergidos a veces no sólo sirven como matrices para la reformulación ideológica, sino que también como ejes prácticos de la organización social. Por ejemplo, en Ecuador entre 1533 y 1560, el colapso de la gobernación impuesta por Cuzco y la ausencia de un reemplazo español bien consolidado, permitió una nueva movilización de las formaciones nativas, las que antes sólo habían sido un recuerdo visible de las categorías burocráticas del esquema incaico.
Tensión interna y tendencias contrarias (countertendencies) en los sistemas complementarios
Los sistemas no diferenciados de organizaciones económicas pueden ser igualmente ventajosos para todos sus participantes. Dando cualquier diferencia de interés entre sus miembros es, altamente posible, que una estructura complementaria pueda contener en sí misma elementos potenciales de conflicto y también que éstas puedan generar tendencias contrarias, superficialmente, incompatible con la norma abierta.
Existe la interrogante, si es que el origen de las instituciones como el wasa qépi o los vendedores ambulantes (peddler) andinos encontrados, regularmente, en sistemas descritos, sobre todos los aparatos de acceso directo y, supuestamente, incierto para hacer tratados económicos, debe necesariamente ser atribuida a la difusión del capitalismo. Quizás no, pero las inconveniencias implícitas en los sistemas de acceso directo descritos – por ejemplo, problemas en la obtención de productos desde largos nichos - conformarían un incentivo para que los participantes innovaran afuera del marco dominante.
El rol del conflicto en colectividades rivales
A pesar de todo lo que sabemos sobre guerras andinas, realmente entendemos muy poco entre la relación que existe entre guerra y organización multizonal. Varios escritores han sugerido que la discrepancia entre valles costeros, con amplio potencial productivo, y la productividad relativa de los pobladores de las tierras altas, han provocado a éstos pueblos, en varias áreas de la prehistoria, una tendencia al desarrollo de acceso directo en su más simple expresión, mientras que la relativa opulencia de las tierras cálidas favorecieron otros mecanismos. Existe la posibilidad de que la guerra se haya dado por un requerimiento de bienes específicos y de crucial importancia y no por el peso de las calorías al por mayor. (and not by the weight of calories in bulk). De cualquier modo, los casos evidentes de militarismo costero no están descartados.
Teóricamente, la posibilidad de una movilización de sistemas complementarios para competir con un vecino le pudo haber dado una nueva forma. La presión militar pudo haber favorecido la transformación de los sistemas descentralizados hacia más mecanismos centralizados en cada tipo. Supuestamente, bajo presión militar, la autoridad central toma ventaja, garantizando el conducto de intercambio o resguardando los sitios de acceso directo. Es posible -que en Ecuador, por ejemplo, el efecto red de la guerra endémica y la falta de estados hegemónicos fueran parte del desarrollo de los sistemas complementarios anulando (laking) el acceso directo. Los periodos y las regiones donde existieron guerras endémicas favorecieron el desarrollo de organizaciones de comercio, enclaves de intercambio y puertos de cambio. Estas son formas de intercambio que permiten la obtención de recursos en las zonas sin control político, tal como los Aztecas y el caso de Tawantinsuyu. Podríamos inferir esta situación de algunos pasajes históricos, en los cuales se describen a los incas disfrazados de comerciantes, llevando a cabo atentados para penetrar en el Amazonas. (Oberem 1971:45).
A través de las investigaciones hemos podido entender mejor la “verticalidad” y sus alternativas, al menos en cuanto a su tipología y la distribución desde el período Intermedio Tardío en adelante. Antecedentes más remotos han comenzado a clarificar tan bien las modificaciones que existieron bajo la presión colonial. (Mujica, Onuki, Schaedel y Shimada en este volumen) En casos como éstos, estudiados por Julien e Hidalgo, hemos comenzado a leer entre líneas los registros de la colonia, parte de la “Historia Andina”, propuesta por Paese (1978). Se está dando la posibilidad de avanzar desde la “anatomía comparativa” de estos sistemas hacia su psicología –su funcionamiento en las sociedades dadas- y hacia su “evolución” bajo diversos ambientes restrictivos. Pero antes de entrar en materia, debemos tomar en cuanta la continua existencia de algunas preguntas difusas que aún no han sido totalmente tratadas en este estudio.
Se trata, en parte de preguntas metodológicas e empíricas. Formulando la pregunta de la “complementariedad ecológica”, hemos usado la palabra “ecología” en un sentido coloquial, desde que, en realidad el pequeño análisis de las relaciones bióticas no han sido muy tomadas en cuenta para el uso de la perspectiva ecosistémica. Hasta aquí, la literatura concierne a la economía y la geografía cultural, más que a la ecología. Los avances alcanzados por Paul Backer y sus asociados todavía no han sido integrados a la etnohistoria, arqueología, y etnología. Los esfuerzos de Alan Craig´s por relacionar el concepto de “piso ecológico” con las observaciones de un satélite larga-escala presagia un eventual mejoramiento en la relación entre ciencias naturales y métodos etnocientíficos. No es demasiado temprano para pensar en las aplicaciones para la prehistoria, tampoco es necesario posponer la discusión del posible marco ecológico, el cual podría focalizarse no en un ecosistema “adaptado” y equilibrado, si no más bien en un proceso dinámico que iría dirigiendo la adaptación. (Knapp 1983)
Pero las preguntas propuestas a la ciencia humana están también pendientes, en primer lugar, el estado teórico de los términos como “archipiélago vertical”, “dyad interactivo”, etc. Aún no está totalmente claro. Diferentes autores se refieren a estos temas en distintos sentidos. Por ejemplo, Murra, originalmente, definió lo complementario como un “ideal compartido” ([1972] 1975:60), esto es un modelo mental conscientemente usado por el estudio de la población. Pero la idea ha sufrido muchas mutaciones. En el trabajo de Shimada y otros arqueólogos, parece que se ha vuelto a considerar un modelo adecuado al pensamiento arqueológico. Sus propiedades como un sistema de relaciones funcionales son descritas sin referencias al criterio de los actores. Entonces, llegamos a una figura de un “modelo de”, no de un “modelo por” adaptaciones andinas. Tales ejemplos pueden ser multiplicados a través de una inmensa bibliografía. No es ningún caso, negativo, que los diferentes investigadores usen el concepto complementario de distintas maneras, de acuerdo a sus preferencias teóricas, debidamente probadas con claridad. El problema es que apoderarse de pruebas para cada formulación, ha resultado más bien ambiguo.
Para probar un “modelo por”, una normativa, un constructo consciente o los testimonio sobre el pensamiento Andino, no son sólo reportes de conducta los que pueden ser atribuidos, indirecta y especulativamente a una gran preferencia. Para probar un “modelo de” lo que es una interpretación exterior de conducta observada, no es apropiado describir conductas en términos que derivan del pensamiento de los actores y lo que puede o no puede ser una caracterización precisa de sus prácticas. Por ejemplo, describiendo la prueba de un “modelo de”, un régimen productivo, es apropiado clasificar las tierras, de acuerdo a una terminología no-étnica, buscando sólo los grados más altos de precisión biológica, dejando para un estado posterior la comparación entre una conducta “éticamente” observada y los modelos mentales de los actores. El uso de los modelos “emic” y “etic” de complementariedad en combinaciones injustificadas, a veces aparece una interrogante de circularidad: cultura andina, postulamos uso de modelo X, registramos la conducta de los actores andinos, usando el modelo x, terminológicamente; conclusión, modelo X gobierna la conducta. Si no se tiene rigor en la formulación del problema, la oportunidad de capturar lo dialéctico entre el pensamiento andino y las prácticas de adaptación se puede perder fácilmente la esencia de la investigación. La gran popularidad de los modelos complementarios ha demostrado ser en sí misma la causa de estas oportunidades perdidas.
Para volver a cubrir este dialecto es necesario ampliar el espacio del tema complementario. En el lado “etic” necesitamos continuar mejorando las descripciones de sistemas y conductas. La autenticidad de la descripción puede ser mejorada por la modificación de la oposición “hand-me-down” entre la “ecología” (natural) y el “sistema agrícola” (cultural) reconociendo que el sistema agrícola, que encontramos, no está “en” el sistema ecológico, es un problema ecológico en sí mismo (Enrique Mayer, comunicación personal). Pero en el lado “emic”, incluso se necesitan más esfuerzos. Es absurdo suponer que porque el tema tiene relación con la vida material, se podría dejar de lado la dimensión cultural y simbólica. Lo que llamamos complementariedad puede ser susceptible a la interpretación basada en las ciencias relativas a este tema, pero el hecho nos recuerda que fue construido usando paradigmas mentales, desarrollados, independientemente, desde nuestros paradigmas. De todas maneras, muy pocos han sido interpretados en la génesis de su propia cultura. Ni siquiera Pulgar Vidal con su caducada clasificación etno-ecológica ha sido adecuadamente reemplazado. La investigación estructuralista cubre la investigación de manera etnoterminológicamente, pero sólo en el lado religioso, con un poco de atención el pensamiento sobre procesos bióticos y su manejo. Estudios de la economía andina a menudo contienen etnoterminologías, pero muy rara vez emerge algún informe de economía local teniendo en cuenta sus términos originales. Con algunas excepciones, hemos, escasamente, comenzado a dirigir la interrogante antropológica, par excellence: ¿Cómo la humanidad Andina entendió y a través de su entendimiento, habitó la realidad que lo estaba rodeando?
El progreso en cuanto a este final ha sido hecho al menos en dos direcciones, por un lado, los estudios de la organización mental del “espacio humanizado” en sus términos generales –el cual los andinos planearon usar en la orientación de sus esfuerzos para poblar la tierra- y por otro lado, los estudios de organización mental de la vida productiva (etno-tecnología). Ejemplos de esta situación aparecieron en estudios por Harris y Tomoeda en la organización conceptual de la agenda productiva y los casos del último trabajo de Brush (1980) y Earls (1979) en el proceso cultural, los cuales dieron como resultados regímenes “adaptados”. Pero aún es mucho lo que queda por hacer.
La descripción auténtica de la complementariedad andina debe surgir desde una complementariedad inherente a nuestra ciencia: la reunión entre pensamiento ecológico y la interpretación del sistema simbólico. Capturando la interacción entre biosistema y sistemas de significados culturales –siempre problemático, nunca fácil o axiomático- se dirigirá hacia una síntesis antropológica en todo el sentido del mundo.